Es algo complicado… difícil de responder si no es con más preguntas… ¿Qué es Saetia? ¿Por qué Saetia? ¿Por qué gritar metáforas curradísimas, dignas del más indigno Baudelaire, como si la vida te fuera en ello, con una voz desgarrada, amargada y machacada? ¿Por qué elegir entre hablar o gritar? ¿Por qué no cantar? ¿Por qué la naturaleza decide crear a Billy Werner? ¿Estaba todo planeado o fue fortuito? ¿Qué clase de capricho frívolo y fútil de la naturaleza crea a Billy Werner?
Y mucho más importante, ¿qué clase de capricho de Billy Werner crea ‘Saetia’?
Para siquiera intentar rascar la superficie de estas preguntas, tenemos que remontarnos al surgimiento de las post-bandas, y luego, al punto de inflexión en que dos de ellas inspiraron a Werner a construir de la nada nuestro objeto de estudio: Saetia.
Billy Werner en to’ lo suyo.
Así pues, el comienzo…
Nation of Ulysses
El comienzo de todo… puede que el desencadenante fuera el grupo de extrema izquierda ‘The Nation of Ulysses’; creo que esa fue la primera banda que (allá por 1988) hizo lo que quiso, experimentó e incluyó en varias de sus canciones trompetas y demás instrumentos de viento y percusión menos convencionales (sobre todo en el disco ‘Plays pretty for baby’, en temas como ‘The sound of jazz to come’, ‘N.O.U.S.P.T.D.A.’ y otros), además de la fuerte presencia de los bajos al principio de canciones como ‘P.Power’, . Lo que pasa es que ‘Nation of Ulysses’ es más punk que otra cosa, y su vocalista, el polifacético Ian Folke Svenonius, no hace otra cosa que poner tono vacilón y gritar a veces. A partir de él, a partir de Ulysses, a todas las bandas que surgieron a finales de los ’80/principios de los ’90 que innovaron un poco, se les adjuntó el prefijo ‘post’, a modo de advertencia.
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De todas las «post-bandas» que surgieron en aquella convulsa época, hablaremos aquí, y brevemente, de dos de ellas; las dos bandas que creemos más influyeron en la tardía formación del grupo Saetia: estas son ‘Tortoise’ y ‘Cap’n Jazz’.
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-Así que por un lado está Tortoise:
Tortoise es una banda post-rock que lleva liándola parda con sus idas de olla y sus ritmos jazzísticos desde el ’94. Fueron pioneros en eso del dub, o remezcla de temas ya existentes, que ahora está tan, tan en boga, y en incluir en sus canciones desde música electrónica hasta krautrock (rock psicodélico-experimental alemán). El minimalismo, el chill-out. la repetición, la presencia saturada de bajos y percusiones típicos del jazz en temas como ‘Glass museum’, ‘Dot-eyes’ o ‘TNT’ (el álbum que puede considerarse como el más cargado de influencia jazz de la banda). El tema de 20 minutazos ‘Djed’ demuestra la impresionante versatilidad de estos tíos, que no se agotan ni se muestran tediosos, sino que se antoja chill-out a veces, ambiental, o roza el jazz-fusión de los mismos Iceberg (banda de jazz-rock de Barcelona que no tiene parangón).
Podemos decir que ellos inspiraron a ‘Saetia’ en el sentido instrumental, ambiental y eso. De hecho, la única canción instrumental de ‘Saetia’ ‘Woodwell’ bien podría confundirse con un tema de los ‘Tortoise’. Aunque, a decir verdad, a ‘Saetia’ le va mucho más el jazz que ‘lo experimental’, que parece ser a veces lo único que mueve a ‘Tortoise’…
Tortoise
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-…y en la otra mano tenemos a Cap’n jazz:
Cap’n Jazz es una banda indie-rock que más bien parece que no sabe ni lo que es. Es decir, en el indie no se pone la voz ronca, y en el grunge o el metal no se llevan esas melodías poperas-indies. Esta banda, formada por los hermanos Tim y Mike Kinsella, lanzó un LP llamado ‘Burritos, Inspiration Point, Fork Balloon Sports, Cards In The Spokes, Automatic Biographies, Kites, Kung Fu, Trophies, Banana Peels We’ve Slipped On and Egg Shells We’ve Tippy Toed Over’, conocido también como ‘Schmap’n Schmazz’ lo que demostró al menos que tenían iniciativa y originalidad. Lamentablemente la iniciativa y la originalidad no les fueron suficientes; pocos meses después del lanzamiento del disco, Cap’n Jazz quiebra, y a la descarriada banda no le queda otra que disolverse.
Aun así, el descontrolado timbre de voz que demostraba el grupo (en casi todas las canciones, como en ‘¡Qué suerte!’ u ‘Oh messy life!’) caló más profundamente de lo que pareció. De hecho, nuestro objeto de estudio, ‘Saetia’, se vale de la misma técnica: destrozar totalmente sus gargantas a ver qué sale. Es decir, mientras que de ‘Tortoise’ coge la música, de ‘Cap’njazz’ pilla la voz.
Cap’n jazz
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Aclarado un poco el tema de los antecedentes, por fin podemos empezar a discernir sobre SAETIA un poco más profundamente.
Empezaremos bien, como sólo se puede empezar citando a uno de los grandes cínicos de la historia del mundo: un francés. Pues como explicó Charles Pierre Baudelaire en alguno de los poemas que componen Las flores del mal (¿»Toda entera»?) cuando el Diablo le preguntó qué parte de su amada le gustaba más: «puesto que en ella todo es bálsamo, nada puede ser preferido».
Pues Saetia es igual: es igual que la amante prostituta, bizca y calva de la que Baudelaire afirma no poder preferir nada. Nosotros tampoco podríamos. No podríamos quedarnos con la voz ni con las letras de Werner, ni con el virtuoso bajo de Matt Smith; no elegiríamos la guitarra de Behar ni la batería garagera de Drudy. Nos quedaríamos íntegramente con Saetia. Con toda la puta entera.
Pues todo en Saetia es bálsamo y luz. Y nada puede ser preferido.
Pero hablemos de su obra antes de intentar definir al grupo con metáforas insípidas. Saetia lanzó un par de EPs y luego un recopilatorio llamado «A retrospective», en el que nos centraremos:
«To see our system as a void, to believe ourselves immune–
To never feel our wings melting.
We are all spirits trapped and dying.
Trapped and dying.»
Esto es parte de la primera canción, «Notres langues nous trompent» (en francés, «nuestras lenguas nos engañan»), que empieza con un breve pitido que rechina, luego el fugaz sonido de unos platillos (cuatro veces, muy rápido) e inmediatamente somos llevados ante la tralla: somos llevados ante Billy Werner, que se pone a gritar descontroladamente como sólo él sabe hacer, mientras unas guitarras duras y rápidas nos acosan, nos violan como una isla espacial violó a La cosa del pantano en uno de los capítulos de la saga; a veces las guitarras suben, otras bajan, y en varias ocasiones están superpuestas y mientras unas bajan, otras suben; un desfase, y para colmo, la batería garagera no para de sonar más y más fuerte, más y más rápido, como si realmente la intención de Drudy fuese destruir, desintegrar su instrumento a golpe de baqueta. No sabemos si lo es. No lo sabemos.
Pero lo que sí está claro es que esta sensación de saturación y desasosiego que puede atraparnos en la primera canción, es una constante en Saetia, es su base, que sólo podrá desaparecer cuando lleguen a alguno de sus constantes y característicos cambios de ritmo, que son bruscos, inesperados, y siempre traen consigo el espíritu redentor para quien busca el jazz y la música más ambiental e indie (más Cap’n Jazz); o para quien, simplemente, sólo busque descansar un par de segundos de ese enjambre de ruido y desesperación que es la música de Saetia.
La siguiente canción, «The sweetness and the light» («La dulzura y la luz», palabras que, en la época victoriana, según el poeta Matthew Arnold, se referían a «la belleza y la inteligencia», y juntas constituían la perfección humana), bien parece mucho más soft y cargada de bajos que la anterior. Y hay una parte a partir del medio minuto o así que se nos antoja Chill-out por unos momentos, como también nos pasara con Tortoise (sólo que aquí tenemos una voz más tranquila y estoica, más como la de los hermanos Kinsella).
Aun así antes de juzgarla tendríamos que mirar las letras:
«These testaments to divine light,
Years of work glare back at us…
Out from oil,
Out from marble,
Out from sound…
And sublimity, seeking sanctuary in the written word…
In the written word
To make the inspiration…»
Como se puede comprobar, Werner parece tener un lugar guardado por las musas en el Helicón. Parece querer componer sonetos existencialistas en cada canción. Y luego gritarlos como si se tratara de sus últimos estertores de vida. ¿Y por qué? ¿Por qué Werner, un masoca de la laringitis, recibió el don de la inspiración literaria? ¿Se lo merecía?
Desde luego, le supo sacar partido… en «An open letter» se repite el mismo patrón: comienza con unas guitarras duras y en menos de cuatro o cinco segundos ya tenemos a Billy gritando sin parar. Pero al llegar al minuto casi clavado, otra vez la tranquilidad, los coros graves al son de unos bajos imperturbables. Y sin previo aviso y antes de que acabe la parte chill-out… otra vez a chillar cual mula siendo sacrificada (o cual personaje en una película de Miike).
«To my dearest
It is almost like we’ve died
entwined in that way we are.
our voices,
our touch,
our lips are searching
for answers
to questions not asked.
It is not
a belief in dreams.
It is not
a refusal to accept.
It is a refusal
to let go.
And words written
over time only serve to paint these days
a clearer shade of black.
Now a dying wave on a shallow sea.
Now a dying wave on a shallow sea.See,
our lives fade apart to converge
only in my darker hours,
only in my saddest hours…
Take these words
pulled from me
tied to you.
Destroyed,
Destroyed,
Destroyed,»
La siguiente canción es «Woodwell«, una canción instrumental de Saetia que, como dijimos, bien podría ser confundida con una intro de Cap’n Jazz o un tema de los Tortoise. Esta es la canción que mejor podría reflejar esas influencias. Es repetitiva pero no del todo, porque cada vez que se vuelve a oír esa parte que te suena, te percatas de que tiene unos pequeños pero notables matices cambiados.
Ah, y creemos que este es tan buen momento como cualquier otro para recordar que Saetia no tiene ni ha necesitado nunca estribillo. Su dios no les deja creer en los estribillos. Los estribillos son creación del demonio. Por eso cuando Saetia quiere enfatizar en una frase o unas palabras, las repite varias veces, pero seguidas, no varias veces a través de la canción.
«Corporeal» es el tema que viene después. Como de costumbre, es el bajo el que comienza a marcar el ritmo, y se repite el patrón de nuevo… guitarras duras que suben y bajan como una montaña rusa, la conocida «parte chill-out», con influencia del jazz de «Tortoise» y «Cap’n Jazz» (que, para no ir olvidándolo, a la vez fueron influenciados por «Nation of Ulysess»), y rompe otra vez para acabar gritando casi a capela.
«Another ideal sculpted frame
To Love
To Want
To Fear
To Blame
We all hate to look,
we all love to picture.»
«Ariadne’s thread» podría ser una de mis favoritas. El endiablado comienzo, y luego esos riffs acompañados del omnipresente bajo, que a todo llega y todo lo cubre. Hay un momento que adoro, y es en la parte tranquila, cuando, llevando la guitarra el ritmo desde el principio, se deja de oír sin previo aviso, y notamos como es sustituida por el bajo, que se ocupa de terminar el ritmo que estaba formando ésta todo el tiempo. Es el ejemplo perfecto de compenetración entre los instrumentos de la banda. Por eso en Saetia nada puede ser preferido.
«Perhaps we trust too much in this invisible thread to move on…
Flowers only live so long,
when they grow out of three small words.
«I only speak when spoken to;
I thought you knew this,
and I am sorry.»
Next time I will be careful what I wish for,
Next time I will be careful what I wish for.»
«From he firmament» también mola un pegote. Me encantan los coros gritando poco antes de llegar a la parte «soft», y luego una voz distorsionada que dice «I shut the door on you this time».
Luego vendrían «Postlapsaria«, una canción más tranquila y repetitiva, más de «Tortoise», y «Endymion«, que habla del mito griego del pastor y la Luna, y que sí cumple el patrón y las espectativas del grupo, los cuales no volveremos a repetir. Eso sí, de Endymion destacaríamos esas percusiones tan bestias de Drudy, que ya mencionamos anteriormente.
«Roquentin» es mucho más rápida y chirriante, más angustiosa, más de Saetia (no de Tortoise o Cap’n Jazz: más de Saetia) que las que la precedían. Incluso su parte «soft» es rara y chirriante, o al menos, a nuestro parecer.
«The poet you never were«, creemos, pretende sugerir melancolía y tristeza (no desesperación y desesperanza como otros temas de la banda), por eso mantiene el ritmo con el bajo que da gusto. Aunque luego degenera y se vuelve experimental, y rápida, y rara, y todo lo dicho, el patrón y lo preestablecido desaparecen para dejar sólo a Werner, gritando «YOU NEVER KNEW EXISTED!». Y «Some natures catch no plagues» es más de lo mismo, aunque no se vuelve tan loca como la anterior, es más tranquila y abusa un poco más del bajo.
Luego «The burden of reflecting«: el tema desconcertante de Saetia. Comienza dejándonos expectantes con unas guitarras que paran en seco para dejar sonar únicamente a unos platillos; luego, Werner, como es habitual y cosa que ya no nos debería sorprender a estas alturas del disco, se pone a «recitar» las letras (porque cantar Werner no canta casi nunca en todo el disco), y luego a gritarlas a velocidad de vértigo… Y «Close hands» es más de lo mismo, una de esas canciones de relleno que no están mal, pero no resaltan por nada en especial.
«Lost gray pictures of my past stain greener pastures of my future
rememberance and recognition forces me to reconsider
I am seeking to regress and recreating what I’ve found
a new beginning torn away
I’m spiraling spiraling down
empty hands on the ends of these reaching arms need the touch of something real»
Luego está «Venus and Bacchus«, nuestra predilecta. Ritmo más pegadizo, más evocador, las letras mejor escritas y mejor interpretadas a gritos, todo..
(person 1):
«close my eyes
pull my heart strings
pour my tears from your hands
‘connections are never easy,’ you said
empty words
empty soul
I believe that we are afraid of one another»
(person 2):
«and I, I believe that you have died within me»
…I fade from myself
I miss you again
I fade from myself
I miss you again…again
(what have we got?)
bloody broken and hidden away
I seek the rope from which we will hang
or so it seems
or so it seems
the dance of flesh on flesh has rendered us blind
(person 1):
«I look into eyes, I look into stone
it’s better to be stepped on than left all alone…
so now I choke on yesterday when I was someone
and I wonder where ‘forever’ went
and how our ‘everything’ came undone
I opened my eyes and the heaven beneath us died.»
Y luego están «One dying wish«, de la que destacaríamos su percusión garagera (más garagera en este tema que en cualesquiera otros, pues Drudy parece estar golpeando tuberías y viejas cajas de trapos sucios en vez de toms y un bombo) y sus coros a gritos, cosa que se ha visto otras veces, pero en ésta adquieren un tono más grave y desgarrado al preguntarse «when did we begin?»
Y por último, «Becoming the truth» es más hardcore,más rápida y con unas guitarras más duras. Es de las del estilo de «Burden of reflecting» o «From the firmament». Es de las que molan un pegote.
***
Pues Saetia evoca. Saetia es desesperación, desesperanza y desolación.
¿Qué es, exactamente, Saetia?
Desde luego es algo complicado… muy difícil de explicar si no es con metáforas que no significan nada…
¿Qué es Saetia? Es la inenarrable sensación de que te han atravesado la garganta con un soberbio palo de cricket; es el intento fallido de esnifarte un huracán; son los retortijones que sientes en el estómago cuatro minutos antes de vomitar el vodka Mikanoff que compraste en el Dia porque estaba tan barato; es la mar, y todas las criaturas que la habitan; son los ojos de Uma Thurman. Saetia es el sol ardiente y el Ícaro curioso.
En definitiva, Saetia es el uroburo del screamo: su cola y su cabeza que se muerde la cola.
«To make the inspiration
Visible.
Audible.
Touchable.
To create a world from dust
That is what it means to be our own deities.»
¿Qué es Saetia? Es el polvo y lo que se construye sobre el polvo. Es la prostituta bizca y calva que se agarra al falo de Baudelaire por las noches y va a los museos a insultar a los artistas y críticos por las tardes. Es la oscuridad y la amargura, el llanto y la serenidad, la inspiración visible, audible, palpable; es el capricho frívolo y fútil de Billy Werner.
Saetia es luz, es bálsamo… es la dulzura y la luz…